MASA, para 4 pizzas medianas
– 500 g de harina 0000 (refinada)
– 10 g de levadura fresca
– 300 cc de agua
– 2 cucharada de aceite de oliva
– 1 cucharadita colmada de sal
COBERTURA, por pizza
– 1/2 kg de cebolla colorada cortada en juliana
– 200 g de ricota fresca escurrida
– 100 g de queso azul desgranado
– 1 cucharadita de azúcar mascabo o morena
– 1 cucharada de aceto balsámico
– salsa de tomates frescos (ver abajo)
– sal, pimienta negra recién molida
Hacemos una corona con la harina y la sal por fuera y en su centro volcamos el agua y disolvemos la levadura. Vamos incorporando con cuidado la harina al centro mientras mezclamos y una vez comienza a formarse la masa agregamos el aceite.
Amasamos por unos minutos (la masa debe quedar bastante húmeda), cubrimos y esperamos unas 3 hs hasta a que duplique su volumen. El tiempo de levado depende de la cantidad de levadura empleada y la temperatura ambiente; es conveniente reducir la cantidad de levadura y dejar leudar más lentamente, incluso en la heladera; los resultados bien valen el tiempo de espera.
Para caramelizar la cebolla la cocinamos en una sartén grande a fuego muy bajo con unas gotas de aceite y una cucharada de agua. Vamos mezclando cada tanto y adicionando un poco de agua si vemos que le falta humedad. Pasado unas 45’la cebolla se habrá reducido a aproximadamente a 1/3, tiernizado y oscurecido; le agregamos el azúcar, el aceto y un poco de sal; mezclamos, revisamos sabor, apagamos el fuego y reservamos.
Pasado el tiempo de levado volcamos la masa sobre la superficie de trabajo, desgasificamos, dividimos en 4 partes, bollamos y dejamos reposar en superficie enharinada y cubiertos al menos por 30´ y hasta unas 2 hs (al emplear poca levadura la masa se mantiene relajada y sin levar por bastante tiempo).
Encendemos el horno con mucha anticipación, las piedras refractarias deben estar tan calientes como sea posible.
Con la mano o ayuda de un palote estiramos los bollos delgados dándoles forma rectangular y alargada, de modo de facilitar cortar porciones pequeñas y comerlas con la mano.
Pincelamos con la salsa de tomates y con una pala vamos depositando las pizzas de inmediato sobre la piedra del horno muy caliente y a máxima temperatura. La idea es apenas marcarlas y así facilitarnos el trabajo al recibir a los comensales.
A la hora del servicio distribuimos sobre la pizza la ricota, por encima la cebolla caramelizada y finalmente el queso azul desgranado.
Horneamos sobre la piedra bien caliente a temperatura máxima hasta que el queso se haya gratinado y la masa se vea crujiente, unos pocos minutos.
Al retirar rociamos con un poco de aceite de oliva, espolvoreamos con pimienta negra y servimos de inmediato.
Tentadora, no?