– 10 g de levadura fresca
– 300 cc de agua
– 50 cc de aceite de oliva
– 1 cucharadita colmada de sal
– 1/4 cucharadita de pimienta blanca
COBERTURA , por pizza
– 500 g de cebolla
– salsa de tomates frescos
– sal y pimienta negra recién molida
La salsa de tomates propuesta es simplemente tomate maduro procesado y condimentado con sal pimienta, orégano, ají molido y un poco de aceite de oliva. Si no es época de tomates o estamos muy apurados podemos también emplear tomate triturado de buena calidad.
Pasado el tiempo de levado volcamos la masa sobre la superficie de trabajo, desgasificamos, dividimos en 4 partes, bollamos y dejamos reposar en superficie enharinada y cubiertos al menos por 30´ y hasta unas 2 hs (al emplear poca levadura la masa se mantiene relajada y sin levar por bastante tiempo).
Con la mano o ayuda de un palote estiramos los bollos bien delgados dándoles forma rectangular y alargada (ello va a facilitar cortar porciones relativamente pequeñas y comerlas con la mano); pincelamos con la salsa de tomates y con una pala vamos depositando las pizzas de inmediato sobre la piedra del horno muy caliente y a máxima temperatura. La idea es marcarlas de 3´a 5´, dependiendo de la temperatura de la piedra, de modo de facilitar el trabajo a la hora de recibir a los comensales.
A la hora del servicio, con el horno muy caliente y a máxima temperatura distribuimos sobre la/s pizza/s la cebolla caramelizada y por encima trocitos de queso azul y aceitunas negras. Opcionalmente, un poco de peperoncino si nos gusta picante.
Con la ayuda de una pala la depositamos sobre la piedra y retiramos cuando la masa se vea crujiente y el queso comience a gratinarse. Rociamos con aceite de oliva y servimos de inmediato.
Una pizza de la cual habitualmente nos honran con felicitaciones…