MASA
– 500 g de harina 0000 (refinada)
– 300 ml de agua
– 10 a 20 g de levadura fresca
– 4 cucharadas de aceite de oliva
– 1 cucharadita de sal
COBERTURA
– 2 berenjenas grandes
– 50 g de tomates secos
– 200 g de provolone rallado
– 200 g de muzzarella troceada o rallada
– 1 puñado de aceitunas negras descarozadas y cortadas al medio
– sal, pimienta negra, aceite de oliva y, opcionalmente, peperoncino o ají molido
– salsa de tomates frescos: tomates maduros procesados y condimentados discretamente con sal pimienta, orégano, ají molido y un poco de aceite de oliva. Si no es época de tomates o estamos muy apurados podemos también emplear tomate triturado de buena calidad.
Ponemos a hidratar los tomates secos en agua caliente y al menos por una hora. Una vez hidratados retiramos y escurrimos.
Amasamos hasta obtener una masa suave, sedosa y bastante húmeda, casi pegajosa; bollamos, colocamos en un bol grande pincelado con aceite cubrimos y esperamos hasta a que duplique su volumen, entre 1 y 2 hs según la cantidad de levadura empleada; es siempre conveniente reducir la cantidad de levadura y dejar levar más lentamente la masa, incluso en la heladera, los resultados bien valen el tiempo de espera.
Reposada la masa la aplastamos dándole forma redondeada y colocamos sobre la pizzera previamente aceitada; con la mano vamos estirando la masa hasta cubrir completamente la base dejando algo más gruesos los bordes.
Pincelamos con la salsa de tomates, dejamos levar por 30´ y llevamos al horno bien caliente y a fuego máximo por 5´ a 10´ hasta que comiencen a tomar color.
A la hora del servicio distribuimos sobre las pizzas primero las berenjenas luego la muzzarella, los tomates secos y por último el provolone rallado y las olivas negras; adicionamos opcionalmente un poco de peperoncino o ají molido (recomendado).
Horneamos en horno caliente y a temperatura máxima hasta que el queso se haya gratinado y la masa se vea crujiente. Al retirar rociamos con aceite de oliva y un toque de pimienta negra.