– 200 g de trigo pelado
– 200 g de calabaza pelada
– 1 cebolla pequeña
– 1 diente de ajo
– 10 hojas de salvia fresca
– 1 litro (aprox) de agua hirviendo
– 1 cucharada de aceite (si es oliva mejor)
– 1 cucharada de manteca
– 1 tacita de vino blanco
– 2 ó 3 cucharadas de queso rallado
– sal y pimienta a gusto
– algunas gotas de tabasco (opcional)
Picamos la cebolla y el ajo y cortamos la calabaza en cubos pequeños.
En una sartén salteamos la cebolla y el ajo con una cucharada de aceite y una pizca de sal; cuando la cebolla comienza a dorarse incorporamos los cubos de calabaza y el trigo previamente enjuagado mezclando bien; luego de 3′ bajamos la temperatura, desglasamos con el vino blanco y en cuanto se evaporó, comenzamos a agregar el agua caliente de a cucharones (pueden emplear algún caldo, yo prefiero simplemente agua) y revolviendo cada tanto. La cocción demanda unos 45′ a fuego bajo pero no requiere tanto cuidado como el risotto tradicional (Si deseáramos los granos de trigo más tiernos y cremosos, o acortar un poco la cocción, podemos dejarlos previamente en remojo unas 12 horas).
Mientras, en una sartén pequeña calentamos la manteca, le incorporamos las hojas de salvia partida y una vez la manteca tomó color retiramos del fuego y reservamos.
Cuando notamos que el trigo está suficientemente tierno y el agua casi completamente evaporada, le incorporamos la manteca de salvia y la mitad del queso rallado. Mezclamos, tapamos y esperamos unos minutos antes de servir.
Emplatamos esparciendo por encima un poco de parmesano, un chorro de aceite de oliva y pimienta negra recién molida.
Yo no diría un plato de Alta Cocina, pero sí rico, así, simplemente.