Clases de cocina personalizada

VARENIKES DE PAPA Y CEBOLLA CARAMELIZADA, DE LO MEJOR!

Resulta que el primo Jorge W me reenvió una receta para hacer varenikes “para la mujer moderna”: con tapa de empanadas!!!!!!. A pesar de tamaña desfachatez la receta comentaba algo respecto de cómo preparar las cebollas que devino en la idea de emplear cebolla caramelizada para hacer estos viejos y  tradicionales varenikes de papas: ricos, con recuedos de infancia para muchos y también, como decirlo, un poquitín sosos…Estos para mí salieron buenísimos, para nada sosos, apreciación que fue rotundamente confirmada por hijo, hermana, sobrina, ex-suegra (uau!), objetivamente… Para unos 30 varenikes, 4 personas:

MASA
– 200 g de harina
–     1 huevo grande
–   50 cc de agua
–     1 ó 2 cucharadas de aceite
–  1/2 cucharadita de sal + 1 pizca de pimienta blanca

RELLENO
–     3/4 kg de papas
–     1/2 kg de cebollas
–        2 cucharadas de aceite
–        1 chorrito de vinagre de vino
–           sal y nuez moscada (opcional)

Picamos las cebollas y las salteamos en una sartén con el aceite a fuego muy bajo (fuego “corona”) por unos 45′ mezclando cada tanto para que se vayan caramelizando sin quemarse. Una vez caramelizadas le adicionamos el chorro de vinagre.

Hacemos la masa del modo habitual (ver “Masa para Pasta al Huevo“), sólo que en honor a la tradición y a la escasez de recursos de aquellas familias la hacemos con agua y huevo en similares proporciones más un chorro de aceite; sale una pasta menos firme que la pasta al huevo, no debe estirársela tanto.

Hervimos las papas con cáscara (preferentemente), hacemos un puré sencillo, le incorporamos 3/4 parte de la cebolla caramelizada, mezclamos bien y condimentamos con sal, pimienta y nuez moscada.

Estiramos la masa delgada (hasta el penúltimo punto de la máquina) y con un molde cortamos círculos de 8 cms de diámetro; con una cucharita ponemos en su centro el relleno, humedecemos los bordes, cerramos por la mitad presionando para sellar. Reservamos sobre superficie enharinada y cubiertos por un repasador húmedo.

Hervimos los varenikes en abundante agua con sal y una vez “casi” a punto los retiramos sin escurrir del todo y volcamos sobre la con el resto de la cebolla. Servimos de inmediato.

Un plato tradicional-aggiornado que no desentonará en ninguna mesa. Va dedicado al primo Jorge W. quien aún no logró convencer a su esposa turca que los varenikes son más ricos que los lajmashun…

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